Archivos Mensuales: octubre 2018

A tres años del desastre ambiental de Mariana, Minas Gerais. ¡Quien construye la memoria de los pueblos?

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Esta es la carta que escribí a mi hija y a tres de mis mejores amigas, después de un día pasado a visitar los lugares del desastre ambiental de Minas Gerais, en 2015, y revisar lo que dice al respecto la Fundación Renova, que supuestamente ayuda a las personas damnificadas a recuperar lo perdido.

La mentira como memoria colectiva la construye la compañía minera responsable del desastre, avalada por el estado brasileño, y tiene rostro de ONG.

Mis queridas Helena, Melissa y Gabiuski, mi querido Edoardo, no he dejado de pensar en ustedes durante todo el día. El lunes di mi conferencia magistral y doné oficialmente los libros de mi padre a la Universidad de Mariana, Minas Gerais. Ayer, martes 23 de octubre, me concedí un día de investigación sobre el peor desastre ecológico de América del Sur, sucedido hace 3 años a 24 kilómetros de esta  Mariana, antigua capital del estado de Minas Gerais, espléndida y rica ciudad minera colonial.

El lunes, durante el debate en el X Seminario Continental de Historia e Historiografía,  sostuve que la sustitución de la memoria colectiva por memorias “confeccionadas” por emisarios del capital, del poder eclesiástico, del patriarcado o de un sistema global de control, es una práctica antigua que últimamente se ha incrementado al punto de hacernos dudar de lo que hemos vivido, visto con nuestros ojos o experimentando con miedo, alivio, terror o placer en nuestras vidas. Ayer lo comprobé en la práctica.

Por la mañana me fui a la Fundación Renova, en una antigua casa restaurada frente al jardín central de Mariana. Gran despliegue de computadoras, planos que se iluminan con las preguntas, vídeos y grabaciones de sobrevivientes del desastre ocurrido el 5 de noviembre de 2015, cuando dos represas de una minera colapsaron arriba de un pueblito (un subdistrito, como se dice en Brasil), Bento Rodrigues, a 24 kilómetros de aquí.

Los testimonios eran impactantes, todos lloraban lo perdido, el miedo, la devastación ambiental, pero, extrañamente, terminaban diciendo que gracias a Renova “el futuro” sería bueno, cuando no mejor al pasado idílico que acababan de describir. Sí, habían perdido tierras, casas, amigos, animales, la iglesia, las costumbre, casi el paraíso, pero…. en el futuro tendrían casa nueva, recomenzarían sus vidas de mejor manera.

Últimamente cuando me hablan de futuro en medio del horror del presente se me eriza la piel. Siento la peligrosidad de ese discurso, casi como en las películas gringas cuando nos dicen que más vale que abandonemos la tierra contaminada para irnos a vivir a otro planeta.

La Fundación Renova menciona de paso que la empresa minera a la que “le sucedió” la desgracia del colapso de las presas Fundão y Santarém,  es la compañía Samarco Mineração S.A. (empresa conjunta entre la brasileña Vale S.A. y la holandesa BHP Billiton), pero que también Samarco es quien aporta la mayor cantidad de fondos para la reconstrucción, porque es «muy responsable».

Entre las cosas que aprendí en la Fundación Renova es que el colapso de las represas mató a 19 personas y contaminó con 39.2 millones de litros de desechos en forma de lodo a 670 de los 879 kilómetros del Río Doce, en su recorrido por dos estado, Minas Gerais y Espíritu Santo, antes de desembocar en el Atlántico y contaminar todo el litoral, matando peces y corales. ¿Con qué sustancias contaminó? Eso Renova no lo dice, la palabra arsénico daría muy mala impresión. Tanto como plomo y mercurio. Renova prefiere informar acerca de que el Río Doce es uno de los más importantes de Brasil, que en los 670 kilómetros contaminados ha impactado a 101 afluentes y arruinado a 511 nacimientos de agua y que en el futuro todo eso va a ser recuperado con creces.

La finalidad expresa de la Fundación Renova, que aglutina empresas, donantes particulares y aparatos estatales es la mediación con las personas damnificadas para restablecer sus condiciones de vida y resolver el impacto de los lodos contaminantes sobre las aguas y los terrenos afectados, que siguen tan contaminados que no se permite que sobre ellos se reconstruya o se vuelva a sembrar.

Pretende que para 2022 (el futuro, siempre el futuro) el agua estará mejor que antes del desastre, que ahora (2018) el agua ya está en las mismas condiciones de antes del mayor desastre ambiental de Brasil. Lo saben, sostienen:  hoy por hoy el Río Doce “es el más monitoreado del país”. Igualmente afirma que para 2021 podrán recuperarse en la zona las actividades agropecuarias, porque Renova  ha coadyuvado en la construcción de dos diques adicionales que ayudan a evitar derrames y filtrar el agua, de modo que se pueda tratar los desechos en las zonas de planicie aisladas y, de manera extraordinaria “mejorar la agricultura sustentable”.

Bueno, todas sabemos de la grandilocuencia de los propósitos de las ONG.

Por la tarde de ayer, con una compañera que ya había ido en tres ocasiones a Bento Rodrigues desde la tragedia de hace tres años, y con mi amiga Livia, un historiador mexicano y otro brasileño, con los cuales habíamos discutido la noche  anterior el peligro de hacernos colectivamente robar la memoria, fuimos a Bento. Primera sorpresa: a lo largo del camino hay muchos carteles poniendo sobre aviso a los transeúntes acerca de los peligros de la zona. Carteles que no existían al momento de la tragedia ni hasta un año después de que ésta había sucedido. Vimos los muy avanzados trabajos de reconstrucción de los  «nuevos» pueblos que sustituirán a los destruidos («viejos», con iglesias del siglo XVII y trazos de ciudades mineras coloniales). Muchos obreros, cortes de árboles no nativos para dar lugar a los emplazamientos, maquinaria pesada, camiones de volteo.

Cuando llegamos a Bento Rodrigues resultó que a cambio de las nuevas casas y terrenos, la empresa Samarco se ha quedado con los terrenos contaminados; de manera que nadie que no sea personal autorizado puede entrar. En la curva desde donde pudimos observar un puente dique y un montón de piedra para filtrar el agua, un joven policía privado nos franqueó el paso y no hubo modo de convencerlo de que nos dejara llegar al río, cosa que pudimos hacer sólo muchos metros más adelante. De paso, el muchachito de uniforme nos dijo que el próximo domingo votará por Bolsonaro, porque el PT es el pasado y el fascista militar es el futuro.

En Bento Rodrigues nos enteramos, sin embargo, que el día de la tragedia no hubo más alerta que la de una heroína sin nombre, una funcionaria de Samarco que al ver las represas colapsar corrió al pueblo para avisar a la población y reducir el riesgo de vida de las personas. Junto con las maestras de la primaria, logró subir al cerro a todas las niñas y niños de la escuela y avisar a las personas que vivían esas las casas del fondo valle que quedaron totalmente sumergidas por el lodo contaminado.

De regreso a Mariana, nos quedó muy claro que la sustitución de la memoria colectiva por una memoria fabricada en el neoliberalismo es causada por los daños de empresas a las que el estado avala y por ONG que les lavan la cara.

Ante ello, sólo me quedó intentar un poema:

CULPA MINERA. VOCES DE LA MEMORIA

Primero fue el ruido en la tarde dominguera

no hubo alerta

solo ruido  bajo el sol

un trueno de agua

Se rompió el dique, gritó la mujer que llegó corriendo

Madre corre, corre madre

No voltees, madre

a nuestra casa la invade el barro rojo

la lama oscura arrastra tus plantaciones

animales, las fotos de tu vida, el pasado

la oscura lama

Sube madre, sube al cerro

mira que el niño trepa al aguacate, la cabra huye al monte

mira que el viejo llora su trabajo en el huerto

Vamos madre que la plaza se tiñe de oscuro

se inunda la cancha de fútbol

No me deje. No te dejo

Vecino, ¿dónde volverás a vivir conmigo?

Esperanza, destrucción, esperanza

¿Dónde va a vivir mi río?

 

P.S. En internet encontré la siguiente información en Wikipedia: «Ambientalistas consideran que es imposible recuperar al río. Según el biólogo y ecologista André Ruschi, que trabaja en la Estación Biológica Marina Augusto Ruschi en Aracruz (Espírito Santo), los residuos permanecerán en el río al menos por 100 años.

Los residuos vertidos al río afectaron también la Usina Hidreléctrica Risoleta Neves, que se encuentra en Santa Cruz do Escalvado, a unos 100 kilómetros de Mariana. Según la concesionaria que administra la presa, su funcionamiento no se vio perjudicado.14 

El día 9 de noviembre, la alcaldía de Governador Valadares interrumpió el suministro de agua en la ciudad debido a la presencia de metales pesados en las aguas del río Doce.15​ Al siguiente día, fue decretado el estado de calamidad pública, en función al desabastecimiento de agua en la ciudad.16​ El día 13 de noviembre, el Ejército Brasileño montó un punto de distribución gratuita de agua en la plaza dos Esportes, en el centro de la ciudad.17

De acuerdo con los análisis realizados en Governador Valadares, se encontró en las aguas con lodo cantidades mayores a las aceptables de metales pesados, sustancias nocivas para la salud, tales como arsénicoplomo y mercurio.18