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Francesca GARGALLO, «Siempre vida o de los símbolos de la pasión por curar», texto sobre la develación de la escultura Siempre viva, de Sonia Félix Cherit, en la Escuela de Enfermería de la Universidad Autónoma de Zacatecas, 2008.

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Siempre vida o de los símbolos de la pasión por curar

Francesca Gargallo

A los 109 años del Consejo Internacional de la Enfermería, el corazón blanco –blanco como la aceptación del derecho a la salud de todas las personas por parte de las enfermeras, blanco como la higiene, como la paz, los suspiros y el perdón- y la lámpara encendida que Florence Nightingale convirtió en símbolo del cuidado que no descansa, están poderosamente representados en el mural Siempre Vida, que la artista zacatecana Sonia Félix Cherit ha instalado en el patio de la Escuela de Enfermería de la Universidad Autónoma de Zacatecas.

Con sus cuatro metros por tres suspendidos en un muro, Siempre Vida es un mosaico de gotas de cristal azul como el cielo abierto de Zacatecas, partido por un alto árbol amarillo de cerámica que brota del corazón de la tierra. A la altura de ese corazón-semilla, en una isla de 130 trozos de travertino blanco cortados a mano con martillo y pico, la diosa madre, la señora de la fertilidad dispersa su capacidad de regeneración y su sabiduría sobre el mundo, elevándose tanto hacia la lámpara de quien vela por la salud de sus iguales, como conectándose verticalmente con el gran sol amarillo de rayos negros de metapil, o piedra de molcajete, que le da fuego.

Para dotar de símbolos mexicanos la organización del esfuerzo de miles de mujeres y de hombres para mantener, cuidar, conservar la salud y la calidad existencial de los seres humanos, Sonia Félix se identificó con la idea de servicio existente en todas las éticas y las expresiones religiosas del mundo. En la ayuda al otro se cifra esa compasión que construye el sustrato de la humanidad de todos. Y la ayuda es luz, es fuerza, es elevación y expansión de colores casi puros, de formas recompuestas en la rigidez de la piedra que se hace emblema.

Por ello, Félix Cherit se mantuvo prendida por meses de su admiración por las imágenes de plantas, mujeres, llamas y corazones hasta convertirlas en símbolos de la vida misma: “Pensar y diseñar cada pieza fue un placer, aunque, en ocasiones, para alcanzar el resultado deseado tuve que hacerla dos o más veces. Ahora la obra ya está fuera de mí, pero realizar lo imaginado me enseñó que debía constantemente trabajar sobre mi mente, porque ahí estaban las texturas, las piedras, los cristales, las figuras con las que expresar que, para mí, la función principal de la enfermería es ayudar a los seres humanos a conservar la vida”.

La admiración fue expresada físicamente por Félix Cherit en colores, cortes y simbolizaciones por la labor de las enfermeras y, desde hace poco, los enfermeros. La concretó en la redondez del sol y la fuerza pura de la divinidad embarazada: elementos esenciales de una idea que conjunta emociones y sentires y que remiten a sus obras anteriores, cuando quiso expresar el pisoteado derecho de las mujeres a una vida libre de violencia y del miedo que provoca. No Más, de 2007, se presentó en el Palacio de Justicia y en la Escuela de Enfermería de la UAZ para el día de la no violencia contra las mujeres. Bailarinas nocturnas se convirtió en símbolo e imagen del Día Internacional de la Mujer 2008.

Evidenciar en el muro los colores de los diferentes elementos de su sentir, colocar el sol como centro desplazado del universo de la entrega, la ha llevado a romper con las estructuras del arriba-abajo y la contradicción entre deber y querer. Con sus dos colaboradores, Pascual y Mariano, Sonia Félix ha enfrentado condiciones climáticas adversas, el polvo del labrado del mármol y del corte del metapil, el montaje con la limpieza y el emboquillado, hasta lograr el equilibrio visual entre la voluntad de ser y la fuerza de dar.

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