Referencia: Francesca GARGALLO, «Tragedia en cuatro actos maternos sin pesadillas de intermedio o De cómo la pesadilla es ser otra Electra», texto leído para la presentación del libro de Edith Ibarra, Otra Electra (Bosque de Sileno-Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 2012, 52 pp. ISBN: 978-607-455-775-6), Casa Lamm, Col. Roma, Ciudad de México, 24 de febrero de 2012, https://francescagargallo.wordpress.com/ensayos/ensayos-feminismo/tragedia-en-cuatro-actos-maternos/

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TRAGEDIA EN CUATRO ACTOS MATERNOS SIN PESADILLAS DE INTERMEDIO O DE COMO LA PESADILLA ES SER OTRA ELECTRA

Francesca Gargallo
Ciudad de México, 24 de febrero de 2012

Cada uno de los cuatro actos va a tocar un tema, a saber:

1)      Nunca pagarás el precio justo para un viaje en taxi en cuanto tu madre nunca dejará de intentar educarte para no ser engañada por la vida o por los demás, quienes, a la sazón, son todos unos taxistas.

2)      Te llamarás Electra porque a tu madre le gustó el nombrecito, luego te dirá que bien puedes ser otra Electra.

3)      Horacio, tu hermano, nunca dejará de ser un cabrón.

4)      Amas a tu madre con la misma intensidad con que no la soportas, te quieres liberar de ella, quieres educarla a que te respete. No lograrás que te escuche, que aprenda de ti, que te considere adulta. Cuando decidas que es hora de ponerle un punto final a la historia del nunca acabar, descubrirás que le debes algo y no te irás.

¿Acaso no hay salida a la costumbre de relacionarnos mal si estamos afectivamente involucradas?

Cuando mi amigo Coquena invitó a nuestras alumnas y a las amigas más jóvenes a la presentación de este libro, les dijo: “Niñas, traigan a su mamá”. Veamos porqué:

ACTO PRIMERO

No importa que seas tú quien se ha ofrecido a cuidar, atender, interesarse en la madre debilitada por la edad y una operación; es decir, no importa que demuestres todo tu amor porque la duda sobre tu absoluta incapacidad de entender que mamá no quiere que crezcas y actúes como sólo ella, por ser madre, debe y puede actuar, no disminuirá. El precio del taxímetro es la prueba de que nunca vas a tomar una buena decisión si no es la decisión que mamá te propone tomar. Y que no encuentres un ratón inexistente evidencia que toda demostración de amor de una hija esconde un intento de hacerla pasar por tonta.

ACTO SEGUNDO

El nombre me gusta por nombre, la historia no importa, tú puedes ser otra Electra, te dijo mamá. ¿Es decir, mamá, que puedo traicionarte a ti y a mis hermanas de otra manera?

Otra Electra es como otra aliada de tu hermano contra el derecho de tu madre al amor hacia su hija. Otra aliada del deseo de ser comparada con el padre. Como te han amado, pequeña Electra los hombres: Voltaire, Alfieri, Goethe, O´Neill, Jean Giraudoux, Jung  y Sartre  te han mantenido viva, para que sufras a sabiendas que mamá no te quiere, te destierra, te obliga a la pobreza.

A Electra le sienta bien el luto, escribió Eugene, al descubrirte víctima del odio entre hombres que se explaya en toda guerra y en cualquier asesinato de mujeres, aunque sea el de la madre. Para Giraudoux, querida Electra eres la a-sentimental portadora de las no deseables razas del sur. Y, pobrecita mía, Electra, eres una mosca entre las moscas con todo y tu paradigma de integridad moral. Jean Paul te hizo un símbolo de la resistencia a la muerte del alma que campea en la ciudad ocupada, pero tu hermano sólo te ama en virtud de que lo acompañas en la comisión de un crimen horrendo, eres una despojada que vive en una choza mientras una de tus hermanas, la bella Ifigenia, ha sido quemada en una pira y la otra, la temerosa  Crisótemis, vive en el palacio de la reina.

Sólo una mujer, te ha hecho su heroína, pero Marguerite cómo quería a papá. Bueno, ahora son dos las mujeres que te nombran, aunque, bueno, Edith te canta sólo si eres otra Electra. Electra no eres querida por mamá, odias a mamá, mamá después del crimen de papá prefiere trabajar que soportarte. Electra eres fría con mamá. Electra desoyes el llanto de mamá. Electra eres un mar de reclamos, una pinchurrienta adolescente incapaz de crecer.

ACTO TERCERO

A tu hermano le salvas la vida una vez tras otra. No es Oreste, es Horacio, pero el cuento no cambia mucho. Él vengará siempre la muerte de papá huyendo, aunque papá haya sido un cabrón con mamá. Es vengativo, lo cual no significa que sea muy valiente; no es sino un pobre hombre, por lo tanto no dará nunca la cara al reclamo de mamá. Y tú lo solaparás, sin poder nunca descifrar si lo haces porque lo amas a él o porque te duele el dolor de mamá que tanto anhela la presencia de su hijo como no se percata de tu solícita asistencia. Le hablarás despacito por teléfono rogándole que venga a sacarte de la casa de mamá donde te metiste solita, es tu hermanito, es un malagradecido devorado por la culpa que siempre busca el juicio de los dioses. Darás, diosa todopoderosa, tu voto en favor de la absolución. Luego el ratón de los celos te roerá el corazón porque mamá encuentra que su trabajo es importante, que su tiempo es valioso, que su distanciamiento no es grave, es decir, que sus derechos vienen antes que los tuyos.

ACTO CUARTO

Te ha colmado la paciencia. Gritas de noche porque las Erinias son voces en tus pesadillas. Mamá acude a tu cama, como Clitemnestra acudió a tu choza cuando le mentiste diciendo que habías parido un hijo. ¿Estás viva, estás muerta? ¿Si estás viva la matarás con tu desprecio? Cuando duermes ni tú misma lo sabes. Estás harta, harta, harta que mamá no te entienda aunque venga a consolarte de la pesadilla. Y tienes razón, mamá es un monstruo que te ha abandonado toda la vida y toda la vida te ha echado en cara que lo hizo para darte de comer. Preparas tu maleta, arrojas tu ropa en ella. Pero es muy noche, mejor no tomes el taxi que ya, ahora mismo, va a devolverte a tu choza alejada del palacio de papeles y moho donde mamá vive. Mamá te ordena dormirte, te dice que mañana te irás. Cuando despiertas, te estiras, mamá no intenta corregirte, se hace acompañar al cuarto, le preparas un café. No te vas. Estás laxa. ¿Pensaste acaso que mamá hubiera sido capaz de matar por ti como mató por tu hermana?

(Edith Ibarra, Otra Electra, Bosque de Sileno-Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 2012, 52 pp.)

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Fuente de la imagen: http://www.conaculta.gob.mx/sala_prensa_detalle.php?id=19005

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